#SOSVenezuela: Nuestra denuncia en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas

Recuerdo aquellos días cuando mi familia esperaba con ansias la llegada de mis tíos desde Caracas. Cada diciembre, viajaban a la costa colombiana cargados de regalos, y su visita se convertía en una celebración familiar. Representaban prosperidad y esperanza, un reflejo de lo que alguna vez fue Venezuela. Hoy, esas reuniones son solo recuerdos lejanos, porque la dictadura de Nicolás Maduro ha diseminado a mi familia por toda América Latina. La única manera de sobrevivir ha sido huir, dejando atrás un país desmoronado, donde la migración se ha convertido en la única opción para quienes aspiran a vivir con dignidad.

Venezuela ha sido testigo de la vulneración sistemática de derechos humanos. Desde Barranquilla, soy testigo del sufrimiento que esa crisis ha traído hasta nuestras calles. Veo madres venezolanas, desesperadas, arriesgando sus vidas y las de sus hijos al vender dulces en medio del tráfico, simplemente para subsistir. Estas escenas se repiten una y otra vez, evidenciando la magnitud de la tragedia que el régimen ha infligido sobre su propio pueblo. Una tragedia que el mundo ha presenciado, pero que, alarmantemente, no ha sido suficiente para detener el sufrimiento.

Tomé esta foto en Bogotá, donde compré unos llaveros hechos con bolívares, la moneda de Venezuela. Su valor ha caído tanto que los migrantes hacen figuras de origami para poder subsistir.

En la sesión no. 57 del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas expuse la realidad que Venezuela vive hoy. Maduro continúa afirmando que su país prospera, pero todos, incluso sus defensores, conocen la verdad. Venezuela se está muriendo, y el régimen lo sabe. Los que lo alaban lo hacen porque se benefician de las migajas corruptas que caen de la mesa del oficialismo. Se les paga para mantener la mentira de un progreso inexistente, mientras millones de venezolanos se enfrentan a la miseria y el hambre.

Durante la reciente sesión del Consejo de Derechos Humanos, llevamos un mensaje claro: las elecciones del 28 de julio fueron un fraude. Edmundo González ganó, pero el régimen de Maduro, en su empeño por mantener el poder a toda costa, se proclamó vencedor. Venezuela no puede seguir así, y no podemos permitir que el mundo lo olvide.

Este artículo es un llamado urgente. No podemos perder impulso ni permitir que el dolor del pueblo venezolano quede en el olvido. La comunidad internacional debe tomar acción:

- Exigir al régimen la entrega de las actas electorales para que sean evaluadas por organismos internacionales.

- Condenar, sin ambigüedades, las violaciones a los derechos humanos perpetradas por el gobierno y las fuerzas militares.

- Retomar la investigación contra Maduro en la Corte Penal Internacional, a pesar de los múltiples intentos de frenarla.

Venezuela no soportará seis años más bajo la tiranía. La censura, la intimidación, las muertes por inanición y la desesperanza no deben quedar impunes. El mundo tiene el deber de pronunciarse y actuar con firmeza. Es hora de que la presión sobre Maduro y sus aliados se intensifique, y las redes sociales pueden ser nuestra mejor herramienta para lograrlo. Compartamos este mensaje, demos voz a quienes han sido silenciados, y usemos nuestra voz para traer esperanza a un pueblo que ha sufrido demasiado.

Venezuela necesita del mundo. Y el mundo no puede darle la espalda.

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