El día miércoles 24 de enero tuvo lugar el primer gran paro general de los trabajadores contra el gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel.
El paro, que se venía especulando desde hacía ya varias semanas, fue liderado por la Confederación General del Trabajo (CGT) y el Sindicato Nacional de Camioneros y reunió, solo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, alrededor de un millón de trabajadores de diversas ideologías y partidos políticos -desde el kirchnerismo de Unión por la Patria hasta la izquierda revolucionaria del Partido Comunista, pasando por el Partido Radical, el Partido Justicialista y parte de Propuesta Republicana entre otros.
El multitudinario paro tuvo forma de protesta en contra del mega DNU de reforma fiscal y la impulsión, por parte del oficialismo, del proyecto de ley de la "Ley de Bases y Puntos de Libertad para los argentinos" -denominada más coloquialmente como "Ley Ómnibus" dado que reúne en sí misma más de cuatro ejes de reformas del Poder Ejecutivo y Legislativo Nacional-.
Los manifestantes de todos los partidos se reunieron a las afueras del Honorable Congreso de la Nación Argentina, el cual mantuvo sus puertas de ingresa selladas y rodeadas por vallas de seguridad para evitar el ingreso de los protestantes al recinto, donde se hallaban los diputados electos discutiendo el Proyecto de Ley Omnibus.
Durante toda la jornada primaron la bronca contra una cúpula política que, apenas a meses de asumir, demuestra estar totalmente desconectada a las necesidades del pueblo al que representa y las clases trabajadores y la incertidumbre e inseguridad sobre lo que pueda venir a la Argentina de aprobarse o no la Ley Ómnibus.
De igual modo, también abundó la represión policial contra los manifestantes la cual, siguiendo el "protocolo anti-piquetes" de la ministra de seguridad Patricia Bullrich, atacó a los trabajadores con gas pimienta, balines de goma y, en casos más extremos, porras y palos para golpear a los protestantes.