Balotaje Argentina 2023: La campaña del triunfo liberal-libertario

El pasado domingo 19 de octubre de 2023, tuvo lugar en la República Argentina la segunda vuelta electoral -denominada balotaje- para elegir al próximo presidente de la Nación de cara al nuevo mandato, que dará inició el día 10 de diciembre. En dicho proceso electoral, se enfrentaron por un lado el candidato del frente Unión por la Patria: Sergio Tomás Massa, ministro de economía de la Nación desde julio del año 2022; y por el otro lado el candidato del frente La Libertad Avanza: Javier Gerardo Milei, economista liberal-libertario, considerado por muchos como un outsider de la política argentina. Tras el recuento general de los votos, Javier Milei se impuso como vencedor con el 55,69% frente al 44,31% de votos por el candidato del oficialismo -resultando en una abultada victoria por más de 11 puntos porcentuales de diferencia. 

A los fines de nuestro análisis, el foco se centrará no tanto en los resultados obtenidos tras el recuento de los votos del balotaje; sino que más bien se centrará en algunas cuestiones clave para entender cómo se desarrolló la campaña electoral, impulsada tanto por militantes, aliados y seguidores de La Libertad Avanza como por el propio Javier Milei y que permitió la elección de este último como máximo mandatario.

En lo referente a las y las campañas que efectúan los frentes a fin de imponer a sus candidatos, se frecuenta a tomar como eje único el factor económico -qué clases apoyan a cada candidato, propuestas económicas, etc. Sin embargo, para este caso no resulta conveniente reducir el análisis a la arista económica; ya que es posible ver aquí una profunda transversalización de las discusiones, lo que significa que las discusiones traídas por los sectores allegados al candidato libertario también tuvieron gran influencia en lo social, lo cultural y otras caras de la política. Teniendo esto en mente, es importante tener en cuenta la categoría de “Espacio Social” propia de Pierre Bourdieu.

Pierre Félix Bourdieu fue un sociólogo francés, uno de los más destacados representantes de la época contemporánea.

Esta categoría consiste en que la sociedad representa un espacio pluridimensional -con diversas aristas- el cual, a su vez, se encuentra conformado por divisiones a las que él llama “Campos”; los cuales son divisiones signadas por la lucha y la fuerza en disputa de un tipo “capital” específico (entendido como un poder que brinda beneficios en un campo). Así, en la sociedad se pueden identificar: un campo económico, signado por la disputa de capitales de económicos -es decir de todos aquellos elementos que hacen a la producción material y el comercio como el dinero-; un campo social, delimitado por la disputa de capitales “sociales” -es decir poderes que ayudan a los individuos a tener una mejor posición en  las relaciones sociales; como lo son los contactos o vínculos con ciertos actores-; y por último un campo cultural, signado por la disputa de capitales culturales -que son aquellas formas de los individuos de acumular cultura y que puede ser objetivado como los libros; incorporado como el conocimiento, o institucionalizado en tanto es reconocido por la ley como un título universitario.

Una vez que estos capitales, dentro de su campo, son reconocidos ese capital se convierten en Capital “Simbólico” -es decir el mismo capital, conocido y reconocido por otros-, el cual es factible de perderse en tanto se puedan cometer acción que hagan los otros no reconozcan los capitales poseídos.

Lejos de ser un proceso ligado estrictamente al campo económico, la campaña es factible de verse en los tres campos propuestos por Bourdieu. Se divisaron disputas de capitales económicos -explicitados por ejemplo en la cuestión de la Dolarización-, sociales -sobre todo en lo que fueron las interacciones vía redes sociales- y culturales -vistos en el cuestionamiento de los 30.000 desaparecidos. Así como se disputaron todos estos capitales en forma interconectada entre sí fueron puestos en juego los capitales simbólicos 

Adentrándonos aún más en la campaña llevada a cabo por La Libertad Avanza; nos es posible encontrar algunas características generales que abarcan los campos económico, social y cultural de igual modo.  

En primer lugar, la campaña en estos meses de elecciones se ha caracterizado por apoyarse en un fuerte carácter de estigmatización frente a lo que se hace llamar “la casta política”, entendida esta como la política tradicional de “la grieta” y, mayormente, la forma de hacer política llevada a cabo por el Kirchnerismo en los últimos años. Esta estigmatización es capaz de leerse en clave teórica del autor Erving Goffman, quien planteaba la cuestión del “estigma” no como una mera cuestión de “atributos” o cualidades físico-psicológicas de los individuos sino como un: “lenguaje de relaciones, no de atributos” (13, 1963).

Erving Goffman fue un sociólogo y escritor canadiense considerado como el padre de la microsociología.

De este modo, el estigma para Goffman consiste en un tipo de relación social en la cual se tiene atributos particulares que, en relación a ciertas expectativas que la sociedad les impone a los individuos con dichos atributos genera una fuerte situación de descrédito frente a los que no son poseedores de los atributos (los “normales”). El “estigma” surge de una discrepancia entre lo que la sociedad espera de dichos individuos con atributos (“identidad social virtual”) y lo que son en realidad (“identidad social real”). En la campaña de Javier Milei este componente resulta evidente en su dicotomía tan recurrente de ellos (La Libertad Avanza) contra “la casta”, contra “los políticos ladrones” o contra “los peronistas/kirchneristas inmundos”.

Sucede entonces que desde el sector de Javier Milei se emplea esta discordancia entre la “identidad social virtual” de los políticos del actual gobierno (o de otros gobiernos del kirchnerismo), entendida como el estereotipo que la sociedad les impone de “corruptos/chorros” frente a lo que los mismos políticos son o hicieron en la realidad. Si bien este estigma hacia los políticos ligados al kirchnerismo no es algo fundado propiamente por Javier Milei, si es verdad que este último supo aprovechar este fenómeno presente en la sociedad argentina; En este caso, puede verse una estigmatización que -bajo el análisis de Goffman- podríamos identificar como: del “defecto del carácter” ya que se fundamenta en atributos negativos de la personalidad de los individuos (la casta en este caso) como la deshonestidad -reflejada en la idea de la corrupción y las “manos porosas” de los políticos por Javier Milei- y del tipo ”tribal de raza, nación y religión”, ya que se emplea una estigmatización marcada en base a la ideología política y los pensamientos de los sectores allegados al Kirchnerismo -v. gr.

“Los socialistas”, los “peronchos”, etc. Ante esto, en base a lo que Norbert Elías propone, agregaría como en esta relación se desenvuelve un proceso de “doble generalización” donde el grupo que estigmatiza identifica los peores rasgos de ciertos de sus miembros (como la “corrupción” en el caso Insaurralde) y se los atribuye al total del grupo atacado, mientras toma los mejores rasgos de sus propios individuos (v.gr. la “honestidad” o “el trabajo”) y se atribuye a todo el grupo (en este caso el armado político de Milei) dichos rasgos “buenos”. Este mecanismo de “doble generalización” no obstante no existió por sí solo, sino que estuvo apoyado en otros dos elementos centrales que Elías retoma en su texto “Ensayo sobre la relación entre establecidos y marginados” como lo son: por un lado el chisme, entendido como una herramienta de propagación de los estereotipos surgidos de la relación entre ambos partidos y la doble generalización a favor del sector de Javier Milei, y por el otro lado el “Tabú de la contaminación” ; siendo este un elemento a través del cual el grupo de Javier Milei buscaba evitar el contacto a toda costa con sus contrincantes del Frente Unión x La Patria bajo la idea de que, de acercarse a ellos, ocurriría una “contaminación” de todo el armado político debido al carácter “anómico” de sus contrincantes; razón por la cual Javier Milei en gran parte de su campaña evitó contacto con otras fuerzas políticas a fin de “no volverse casta”.

Y, en segundo lugar, la otra cualidad fundamental para el análisis es como la campaña de Javier Milei se ha apoyado -tanto en lo económico como en lo social y cultural- en valores específicos que podemos identificar en el concepto de “cultura masculina” de Georg Simmel, siendo esta una cultura más que nada hecha puramente por hombres pero que disfraza su carácter masculino -favoreciendo al hombre- por uno “neutral” o independiente de cuestiones entre sexos (como cuando en el debate presidencial Milei negó la brecha salarial entre hombres y mujeres por meras cuestiones de “diferentes trabajos”, obviando que hay casos donde a las mujeres se les paga menos por la misma labor producto de la división del trabajo masculina). Siendo este un punto también susceptible de analizarse bajo la categoría de análisis de Opacidad Androcéntrica de Amparo Moreno Sardà, la cual afirma que no solo ese “hombre” -bajo salvedades que ya mencionaremos- es puesto en el centro de todo aspecto de la cultura sino que, además, existen mecanismos discursivos que hacen que todo aquello con características “masculinas” sea asignado a toda la humanidad bajo la idea de “neutralidad” o, de “natural” (siendo un ejemplo el repudio al lenguaje no-binario al considerar que el lenguaje binario, sobre todo la categoría “ellos”, es suficiente para englobar a los dos sexos).

A la vez que promulga una cosificación de la cultura -en tanto hace que el valor recaiga tan solo en los productos espirituales objetivos que produce el hombre, en detrimento de las relaciones sociales personales que producen y le dan valor subjetivo a dichos objetos- y una especialización exacerbada que, al dividir más y más las producciones de productos objetivos en tareas más fraccionadas, impide aún más las relaciones sociales entre las personas que producen esos objetos que le dan valor e incluso les impiden a los individuos siquiera establecer una conexión con el objeto que están produciendo.

Esta cultura masculina (en un nivel más marcado) es lo que proponía Milei en su campaña: una cultura en donde toda la producción objetiva (económica, cultural, etc) estuviese solo en manos de los hombres. Y en la cual, bajo la ideología neoliberal del libre mercado como único agente  regulador y el “individuo” como agente de cambio -ya no “los pueblos” o la “comunidad”-, se fundamente la producción incesante de cosas por las cosas mismas (una hipertrofia) -v.gr. bienes de consumo electrónico- y empleando labores cada vez más fraccionadas en la producción; generando que las relaciones sociales que las producen se anulen y que la relación que hace el espíritu del individuo (subjetivo) con el objeto que crea se atrofie y no pueda siquiera asimilarlos por lo cual el “puente” que une lo subjetivo del individuo con los productos espirituales que el mismo produce se rompe y, como consecuencia de la atrofia del primero y la hipertrofia del segundo, el objeto no es capaz de ser “subjetivado” ni el sujeto capaz de cultivarse;  originando lo que Simmel llama la “Tragedia de la Cultura”.

Ahora bien, si empleamos el concepto de “Arquetipo Viril” de Moreno Sardá podemos hilar más fino aún y ver como esa “cultura masculina” se basa en un modelo imaginario aún más reducido pues, en la campaña de Milei, no se fundamentan valores de “todos los hombres” sino de un tipo de hombre específico: adulto, de sexo masculino, heterosexual, blanco, proveniente del mundo noratlántico, con capacidad de expansión y que prioriza la capacidad de matar por sobre la de generar vida -lo cual se refleja perfectamente en la propuesta de la libre portación de armas o la reivindicación de figuras de la dictadura militar como los Ford Falcon verdes. Este punto (referente a la portación de armas y la negación de la dictadura) sin duda representa lo que para Elías sería un “retroceso” en el “proceso civilizatorio” (que tiende a una pacificación mayor) puesto que por un lado representaría un aumento en los niveles de violencia permitida socialmente entre los individuos y, por el otro lado, porque esencialmente la liberalización de la portación de armas representarían una perdida del monopolio de la violencia legítima por parte del Estado, el cual esencial para una correcta imposición del sub-proceso de sociogénesis o “control social”.

A modo de cierre, es posible afirmar que la campaña política llevada adelante por Javier Milei y su armado político (incluyendo la militancia en redes sociales) tuvo un fuerte carácter de transversalidad, en el sentido de que la propia campaña que llevaría al candidato Javier Milei a la presidencia no quedaría reducida meramente al campo económico, sino que también tuvo gran incidencia en los campos social y cultural. 

De igual manera, es conveniente concluir en que la campaña del candidato liberal-libertario en su camino a la presidencia tuvo como dos de sus pilares fundamentales a: por un lado, la estigmatización -entendida esta como lenguaje no de atributos sino de relaciones- hacia los miembros de la “casta política” del Kirchnerismo en términos de “defectos” de su carácter y atributos “tribales”, con el chisme, la doble generalización y el tabú de la contaminación como mecanismos propagadores. Y por el otro lado, la férrea defensa de ciertos valores que podemos identificar tanto en la “cultura masculina” Simmeliana como el “arquetipo viril” de Amparo Moreno Sardà.

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Bibliografía

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BOURDIEU, Pierre (1984). “Espacio social y génesis de clases”. En Bourdieu, P. Sociología y cultura. México: Grijalbo.

BOURDIEU, Pierre (1999). Meditaciones pascalianas. Barcelona: Anagrama. Capítulo IV y V

GOFFMAN, Erving (1963). Estigma, la identidad deteriorada. Bs. As.: Amorrortu. Capítulo I, IV y V

ELIAS, Norbert (1998). “Ensayo sobre las relaciones entre establecidos y marginados”. En Elias, N. La civilización de los padres y otros ensayos. Colombia: Norma.
ELIAS, Norbert (1979). El proceso de la civilización. México: FCE. pp. 11-46 y 447-532). Selección de textos.
SIMMEL, George (1988). “El concepto y la tragedia de la cultura”. En Simmel, G. Sobre la aventura. Ensayos filosóficos. Barcelona: Península. (pp. 204-232).

SIMMEL, George (1988). “Cultura Femenina”. En Simmel, G. Sobre la aventura: Ensayos filosóficos. Barcelona: Península.

MORENO SARDÁ, Amparo. (1986). “El arquetipo viril: protagonista de la historia”. (fragmentos). Barcelona: Ed. Lasal.

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