Elecciones en Ecuador: ¿socialismo o neoliberalismo?
Las elecciones presidenciales de 2023 en Ecuador fueron sui generis por más de una razón. No sólo fueron fruto de la activación, única en la historia ecuatoriana, de la muerte cruzada, y por ende unas elecciones anticipadas por un periodo de apenas año y medio, sino que no participaron la mayoría de partidos políticos "clásicos" ante la inminencia de un fracaso anticipado en las urnas. Me explico:
Ecuador, como muchos países latinoamericanos, tiene entre sus partidos políticos uno promotor del denominado "socialismo del siglo XXI": el partido de la Revolución Ciudadana. Dicho partido llevó, en sus inicios y bajo otro nombre, a Rafael Correa a la presidencia en 2007. Fruto de ello la actual Constitución del país.
Después de su segundo periodo, el partido pretendía ver su perpetuidad en el poder por medio de Lenin Moreno, exvicepresidente de Correa en su primer mandato. Sin embargo, por razones que la historia sabrá detallar más adelante, Moreno rompió relación con Correa y fraccionó el partido, pasando a ser su más acérrimo opositor. Así, se reorganizaron las fuerzas políticas y puestos de poder, hasta lograr la sentencia condenatoria por el famoso caso "Sobornos", que tiene exiliado a Correa desde el 2020.
Por otro lado, el único partido que pudo arrebatarle la presidencia a Correa fue el dirigido por Guillermo Lasso: el partido Creo. Lasso asumió la presidencia en 2021, sucediendo a Moreno, ante una diferencia mínima con sus contrincantes y alegaciones de fraude electoral. Su gobierno gozaba de amplia popularidad al inicio de su gestión por la importación de vacunas contra el Covid-19. Sin embargo, cayó en picada de aceptación ante la poca gobernabilidad que le permitía una Asamblea de mayoría opositora, una creciente ola de crimen organizado y la crisis económica post pandemia que desencadenó repetidas protestas sociales, principalmente de sectores rurales.
Sus contrincantes, partidos de izquierda y de derecha, bloquearon cuanta iniciativa del partido oficialista fuera promovida. Finalmente, viendo que juntos tenían la aplastante mayoría de dos tercios de la Asamblea, decidieron iniciar el proceso de juicio político al presidente Lasso con el fin de retirarlo del poder. En ese contexto, Lasso activa la muerte cruzada antes de que ocurra la votación para su destitución y de un día para el otro, la Asamblea amanece militarizada y los asambleístas y asesores sin trabajo. El sueño que Rafael Correa plasmó en la constitución del 2008, ahora truncaba los intentos de su bancada de retirar al primer mandatario.
Es entonces donde empezó la apresurada carrera por posicionar candidatos presidenciales, realizar campaña y ganar adeptos en apenas un par de meses. Las premuras planteaban una interrogante grande para los partidos políticos: si el período presidencial y de legisladores sería de apenas año y medio,
¿vale la pena desgastar recursos y nombres para candidatos en una gestión tan corta e imprevista? ¿Podrían recuperarse en el caso de que perdieran en ambas dignidades?