Es marzo, y con ello una de las fechas más importantes, pero también polémicas y confusas. Muy pocas cosas se celebran tan masivamente como el día de la mujer (aunque ahora ha dejado de ser solo un día, pues marzo se convirtió en el mes de la mujer), son muy pocos sectores de la sociedad, las personas o los hechos históricos a los que se les atribuye un mes para celebrarlos o conmemorarlos, ni siquiera a la madre, y eso que ellas son de las personas más amadas y valoradas socialmente, sin embargo, hoy en día todas aman a su madre pero pocas quieren ser como ellas, y es que el valor de ser madre ha ido perdiendo importancia, se presume que nuestras madres fueron obligadas a serlo y que esto trajo infelicidad a sus vidas.
Este es un escrito que debe ser leído por todos, pero está acompañado de un llamado puntual a aquellas mujeres que como yo aún no son madres, mi intención es darles a conocer que tenemos una responsabilidad inminente en esta sociedad que necesita fortalecerse a través de generaciones sanas.
En primer lugar, es fundamental definir lo que es una mujer, pues lamentablemente algo que no debería ser motivo de duda, hoy en día se ha convertido en uno de los mayores debates. ¿Qué es una mujer? A diferencia de lo que la ideología feminista y de género nos ha hecho creer; ser mujer no es un constructo social ni patriarcal. Nattie Stevens es la bióloga a la que le debemos el descubrimiento que demostró la distinción entre el cromosoma “X” y el cromosoma “Y”, en 1905 ella dio a conocer a través de un estudio como el ovulo fecundado por un espermatozoide “X” da lugar al sexo femenino. Lo anterior quiere decir que desde hace muchos años la ciencia ya ha definido lo que es una mujer, esta es; todo ser humano de sexo femenino dotado de órganos para ser fecundados, una mujer en su estructura genética está compuesta por cromosomas XX y por ello hay diferencias biológicas evidentes frente a las características de un varón.
Segundo, no es correcto afirmar que toda mujer ha sido obligada a ser madre, pero tampoco podemos negar que a lo largo de la historia han existido multiplicidad de embarazos no deseados; independientemente del caso que sea, lo cierto es que existe un gran valor significativo en aquellas mujeres que han sido madres y dedicaron su vida a la maternidad, a la crianza y a las labores del hogar. La sociedad actual nos muestra la maternidad como lo peor que le puede pasar a una mujer, todo basado en superficialidades; las estrías, la perdida de una figura esbelta, la panza grande, las ojeras, los cambios de humor, el dolor del parto, etc. y aunque efectivamente durante el embarazo el cuerpo de una mujer sufre muchos cambios nosotras debemos entender que en nuestras manos está el rumbo de las próximas generaciones y eso es más importante y valioso que la mera apariencia física.
Tercero, “La mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo” escribió un poeta norteamericano en 1865, esta frase logra explicar de manera tan breve cuán importante es que una mujer decida ser madre, no hay vínculo más fuerte que aquel que se forma desde el vientre entre la madre y el hijo, y no hay referente en la tierra más grande e influyente que cada una de nuestras madres, son ellas las que nos instruyen en principios y valores, no hay consejo y regaño más poderoso que el de una madre, lo que ellas nos dicen se queda guardado en nosotros para siempre y sus enseñanzas tarde o temprano darán fruto.
Así qué, ¡mujeres! no nos atemoricemos por la idea de ser madres, en marzo hemos celebrado nuestro valor como personas femeninas con cromosomas xx, característica que nos permite dar vida, y aunque no ignoro que para algunas esto sea imposible, es natural que de nosotras emane delicadeza, amor, cariño, sensibilidad y esfuerzo; todo lo necesario para poder maternar, así que no hay excusa para no mecer la cuna de las próximas generaciones. Seamos tan virtuosas como la mujer de proverbios 31, no dejemos que las ideologías acaben con nuestra feminidad y oremos a Dios para que nos ayude a perder el miedo de algún día ser madres, y nos prepare para ello.
¡Hombres! resalten el rol de la mujer, no pierdan su caballerosidad y cuiden los corazones de las mujeres que los rodean, alaguen nuestra feminidad y oren para que nosotras reconozcamos el valor de ser creadas mujeres, porque la transformación de la sociedad depende de las próximas generaciones, y las próximas generaciones dependen de las manos que mecerán sus cunas.